Por: Luisa Fernanda Parrado M.
Era tarde de Champions, el Barcelona del veterano Messi perdía por goleada frente al fresco, genuino y quizás sucesor del trono, PSG de Kylian Mbappé. No entraré en detalle respecto a los personajes ya mencionados, su pasado y lo que esperamos de su futuro. Si usted está acá, ya sabrá lo suficiente del tema y habrá tenido las charlas convenientes con sus amigos sobre esto mientras toman cerveza, juegan play o ven los sorprendentes resultados que da la liga de campeones para esta temporada, así como lo hice yo.
Luego de observar cómo el mítico chico francés de 22 años anotaba en la red culé 3 tantos, uno de mis programas deportivos favorito debatía en transmisión la siguiente afirmación: “Los delanteros ganan partidos, los defensas ganan campeonatos”. Este ambicioso y arriesgado pensamiento, proveniente del inglés John Charles Gregory, responde tal vez al viejo ideal de juego que impartían los ingleses: un fútbol completamente defensivo, característicamente con centrales altos y fuertes; extremos pequeños, hábiles y muy corredores; con un centro delantero rematador de cabeza.
Después de un corazón azulgrana roto y varias indagaciones; regresé al pasado, al 2009 dorado donde el equipo de Pep Guardiola ganó todo lo que jugó, consagrándose el mejor del mundo junto con sus jugadores. Una escuadra que avanzaba haciendo pases y el pase no era donde estaba el jugador ahora, sino donde iba a estar en 30 segundos. Un 11 ideal con Javier Mascherano de defensa, aun sin tener la estatura sublime de los ingleses; un Lionel Messi que empezaba los partidos como cualquier encuentro normal, y al minuto 10 pasaba a mitad de campo para jugar como “falso 9”; en respuesta a eso, ganaron ese mismo año el clásico del mundo 6 a 2; noche oscura para los galácticos.
La competencia deportiva es un juego de estrategias, el Barcelona nunca volvió a ser el mismo desde que inyectó en el ADN de su club los parámetros ofensivos gracias a los holandeses, que fueron perfeccionados por cada dueño de la batuta a lo largo del tiempo y replicados en el mundo con el pasar de los años. Sin embargo, no hay una única buena forma de jugar al fútbol, los italianos han ganado cuatro mundiales con tácticas muy defensivas.
Diego Siomeone paró un Atlético de Madrid protector, que en la última temporada parece más agresivo y empleador de sus delanteros. El Nacional tricampeón de Osorio ganó mucho con defensas de adjetivos ingleses, pero no de juego de muralla, nunca fue su estilo.
Y aunque diseñaba su equipo para poder pasar la pelota y tenerla constantemente, Guardiola no creó un estilo de ataque único. Lo que hizo Pep, señores, fue crear un fútbol total. Un balón pie socialista que como en el ajedrez, todas sus fichas debían moverse para estar en el punto exacto. Donde el rival ponía cuatro, ellos eran cinco; planeador, estratega, pero excepcionalmente, un estudioso del rival.
Tan integro y universal fue su estilo de juego, que, frente a la afirmación de Gregory, sobre quienes ganan partidos y quienes campeonatos, la respuesta es absoluta y empieza desde el inicio de cancha; porque los delanteros son lo primeros defensas.