Poco a poco termina este miércoles, un día que parecía normal, como cualquier otro. Desde temprano publicamos información sobre Atlético Nacional y la habitual sección ‘Un Día Como Hoy’; y justo a las 11:00 a.m., cuando alistábamos otra publicación, todo cambió y el mundo entró en conmoción: Diego Armando Maradona, el futbolista más importante de todos los tiempos, había fallecido.
En un comienzo no lo creí – o mejor – no lo quería creer, pues en otras ocasiones ‘El Diego’ ya había gambeteado la muerte, ¿por qué no una vez más? Pero no fue así, este 25 de noviembre se fue el más humano de los dioses y con él murió una parte del fútbol.
Diego era uno, Maradona otro. Tuvo una vida mediática desde aquel primer mensaje en cámara en un potrero de Villa Fiorito donde decía que su sueño era jugar con la Selección Argentina y sí que lo cumplió. Marcó un gol de antología a Inglaterra, pero también tuvo adicciones, ganó una Copa del Mundo, pero fue echado de otra por doping: una montaña rusa constante con subidas empinadas y caídas abruptas.
Envidio a los que lo vieron jugar en vivo, aún más a quienes pudieron conocerlo y ni se diga a aquellos que lograron entrevistarlo. A mí, como a muchos ‘maradoneanos’ menores de 30 años, nos quedan los videos donde es evidente que como él no hubo, no hay, y difícilmente habrá otro jugador igual al que nació en un barrio privado (de luz y agua) y que por medio de un balón logró sacar adelante a su familia y hacer felices a millones de personas.
Murió Maradona, el que arenga, el que agita, el que levanta, el que motiva, el que putea, el gordo, el flaco, el del mechón rubio, el del tabaco, el astro, el Dios, el demonio, el que canta un tango y baila cumbia, el que estuvo en el cielo y en el infierno, el del tobillo inflamado, el de los excesos, el capitán, el DT, el de las frases memorables, el de las polémicas, el hijo de doña Tota y Don Diego: Maradona, un hombre que parece ficción, una pieza literaria, una obra de arte.
Y así podría pasarme la noche entera tratando de describir lo que fue Diego Armando Maradona. Lo llora Villa Fiorito, Cebollitas, Argentinos Juniors, Boca Juniors, Nápoli, Sevilla, Barcelona Newell’s, la Selección Argentina y, en general, lo llora el mundo entero, porque si te gusta el fútbol, aunque sea un poquito, tenés que querer al que mejor jugó a este deporte.
¡Por siempre, Diego!