Algunos días, cuando cae el sol y termina un partido, una charla, o los programas de opinión; me pregunto cuál fue el momento exacto en el que llegué al fútbol. Nunca he dado con ese suceso, porque creo que fue él quien llego a mí. En los entrenamientos de mi hermano, en los partidos del equipo de los amores de mi papá, en la cancha del barrio donde crecí, en los Inter clases del colegio; a donde iba, siempre estaba el fútbol. Él creció conmigo y cuando decidí mirarlo de frente, entendí por qué amaba trabajar en equipo, compartir con mis amigos como si fueran familia y ganar, siempre ganar, gritando las victorias extasiadas de felicidad por el triunfo.
Quizás las generaciones futuras de mujeres puedan contar que llegaron al fútbol de una forma diferente. En mi caso, jamás podré decir que recuerdo las tardes de entreno en la escuela, porque siempre he sido aficionada. Pero, las que decidieron atrevidamente jugarlo en esa época donde aún parecía delito, cuentan de señalamientos, bullying y rechazos. Sin embargo, haciendo a un lado cada lucha que todavía es un presente, el fútbol toca todas las puertas de vida y quien la abre, difícilmente saca esta compañía de su cotidianidad.
Hablo de compañía porque este revolucionario deporte termina convirtiéndose en un estilo de vida, sin importar qué actor de la novela seas. Los protagonistas, siéndolo todo, no son nada sin quienes los acompañan. Al set le cambia su verde cuando lo recorren de lado a lado y a los espectadores su ánimo cuando la pelota rueda.
El fútbol está en los charcos de barro que hacían mejor los entrenamientos de la escuela de iniciación. En el primer gol que anotó un pibe y gritaba mamá sin ni siquiera saber cuánto iba el partido. Está, en la primera vez que te fue a ver jugar una chica y yo, que alguna vez fui la chica, encontré el fútbol en el primer gol que me dedicaron. El fútbol lo ves en los cánticos de la popular, las banderas que tapan toda la tribuna, el gol al minuto 90 y las chilenas que marcan la memoria de todos los presentes. El fútbol no es fútbol porque es el deporte mejor pago del mundo; es lo que es por los sueños que motivan a miles para entrenarse todos los días de su vida, por la unión de los países cuando juega la selección, por los amigos que haces en el estadio y las personas que han dignificado su vida gracias a él.
Por estos días se debate mucho de los temas económicos del balón pie. Las contrataciones, los clubes y sus directivas, los jugadores y su ambición, el rendimiento, el negocio. Siempre escucho las críticas de las hinchadas al periodismo deportivo y viceversa. Los segundos hablan de cómo la gente no sabe de cultura financiera del fútbol, de los manejos administrativos y demás. Los primeros, putean todo el tiempo porque el periodista no dice lo que ellos quieren escuchar. Como en la cancha, el fútbol por fuera produce lo mismo: se sube y se baja todo el tiempo, unos atacan, otros defienden; pero en últimas, todos gritamos gol.