Por: Luisa Fernanda Parrado M.
Hace unos días escribí como a un equipo “chico” le hace falta hinchada, pero nunca creí decir que existe uno a la que le sobra, porque a veces pareciera que ni siquiera la merece.
Si alguna vez Raúl Giraldo tuvo dudas de quienes acompañaban al Deportivo Independiente Medellín, hoy esas mismas personas pueden decirle que comparten sentimientos con su completa incertidumbre sobre el equipo.
No debería ser motivo de burla que el hincha promedio esté acostumbrado a sufrir, tampoco es consecuente una institución cantando más cumpleaños que títulos, es sin duda, una completa falta de respeto un plantel que sale a jugarse la clasificación con un pecho más frío que el cielo de domingo en Manizales.
Ya pasaron las épocas donde asustaban las declaraciones de Hernán Darío Gómez, con la gallardía e ímpetu de acertar en cada palabra que emite. Impresiona en cambio, que aún con la experiencia en “güevas y cancha” como muy bien sabe decirlo; salga a un partido con necesidad de goles recobrando el espíritu de un tal Diego Simeone que, al igual que el DT del conjunto rojo antioqueño, dejó por fuera de competición a su plantel con un juego excesivamente defensivo, que poco o nada aporta al espectáculo deportivo.
De nada sirve excusarse en la llegada del virus a la casa del equipo del pueblo, si fue un mal buscado que él mismo reconoce en la irresponsabilidad de sus jugadores. No necesitamos escuchar que son “unos guevoncitos haciendo rumbas”, porque el cuerpo técnico no debe enseñar solo a patear, también a comportarse cuando se está fuera de cancha. Necesitamos profesionales dignos de portar la camiseta, ya sea al derecho o al revés.
No es posible imaginarse el DIM jugando con 7, si teniendo a 19 no hay quien reemplace verdaderamente una posición ausente. Los equipos profesionales deben estar en capacidad de mantener como mínimo dos jugadores por posición en óptimas condiciones, porque como ley de vida, nadie es indispensable. Así que, respetado profesor, la lesión del goleador y enfermedad del plantel, aunque no menos importantes, no son la razón principal del fracaso colectivo.
Es un semestre más que se suma a la historia del Medellín como NO clasificados a finales, tampoco se prenden todos los focos en quien dirige en campo, porque todo tiene que ver aquél que tiene la batuta en lo más alto de la administración. Los hinchas no se conservan a punta de vídeos motivacionales y fotos bonitas. La rexixtenxia merece inversión en refuerzos que sumen en lugar de restar dejando partidos con 10 jugadores.
Y no lo digo porque considere fácil dirigir, mucho menos jugar, quizás sí fuera sencillo estuviera haciéndolo y no comentándolo, pero hay algo, que a nadie le cabe duda: la frustración del Medellín es de semestres atrás, lo que significa que el problema es de fondo.Alivianar comportamientos con el título de copa, es tan malo como celebrar tres puntos de un partido jugado 11 vs 7. El Medellín no solo merece sino que necesita nombre internacional, que vaya a todos lados, así como quiénes los apoyan.
No fue solo el Covid, está la inversión, los refuerzos, la nómina titular, el estilo de juego y aunque no quisiera decirlo, hasta el marketing. No es posible que padeciendo una privatización del fútbol en plena crisis económica, las comunicaciones del DIM se vean cortas en minuto a minuto, previas de partidos, nómina titular y acercamiento al plantel. Tal vez eso hace que Sean 191 mil de instagram y los rivales de patio pasen el millón. Si bien tienen de los mejores audiovisuales del país repito: no queremos solo ver fotos lindas.
El Deportivo Independiente Medellín necesita una transformación estructural de forma y fondo, en su plantel y manera de trabajar. Necesita estar a la altura de una hinchada que lo ha esperado todo, recibiendo a gotas. Necesita, sin duda, el mismo aguante de los ubicados en la tribuna norte, si no quieren verla vacía una vez se vuelva a los estadios.