Por: Luisa Fernanda Parrado M.
Entre los miles de problemas que ha generado una inesperada pandemia mundial -a parte de ya ser esto un gran problema- se habla de economía, trabajos informales, pequeñas y medianas empresas, aunque las más grandes también. Se preguntan qué pasará con la señora que ha construido durante años su hogar vendiendo comestibles en el parque del barrio, cuestionan cómo mantener en pie aerolíneas que no pueden dar radares a sus vuelos. Todos quieren saber qué sucederá con las escuelas el día que colapse la improvisada forma virtual de enseñar con un nulo sistema educativo, qué va a ocurrir con el turismo, los planes, las celebraciones y de una forma tímida muchos se preguntan qué pasará con el fútbol.
En medio de una crisis mundial muchos pensarán que una de las cosas menos importantes es reactivar el fútbol. “Todos podemos vivir sin que ruede una pelota y estén 22 jugadores detrás de ella”, Dicen algunos ‘pecho frío’, como calificamos a quienes no sienten la pasión de este deporte ni se han dejado encantar de los goles al minuto 90. Pero está claro que es más que eso.
No se trata de los clubes, ni los campeonatos, ni los jugadores y desbordantes sueldos. Se trata de quienes en un país donde poco se conoce de equidad e igualdad, mantienen sus hijos, sus hogares con arriendos, servicios y alimentación gracias a la tienda en las inmediaciones del estadio que cada fin de semana se viste de un color diferente para recibir a un rival, lo cual genera ingresos importantes en un solo día.
Existe el joven luchador que, aunque quisiera estar en la popular gritando goles, decide quedarse afuera del estadio cuidando carros y así recoger un poco de dinero para ayudar en casa. Todos conocen aquel típico emprendedor que decide abrir un bar para vestirlo de los colores de su equipo y esperar ansioso cada fecha para ver cómo se llena de aficionados, quienes al igual que él, encuentran la felicidad en la simplicidad de los amigos, la cerveza y fútbol.
Pero esto no es tema de la clase baja, ya que así no estarán diciendo que es otra de las formas cómo se victimiza esta guerrera, pero golpeada población. Los grandes medios de comunicación utilizan alrededor de 30 o 40 personas para las transmisiones de partidos; personas iguales a las anteriormente mencionadas, quienes viven directa o indirectamente de esta industria llamada fútbol. La logística de los estadios, las cadenas de suministros para los proveedores de equipos y ligas, los mantenimientos, la seguridad, el aseo, la vida misma. Porque el fútbol es el impulso para otros sectores, impulso que sostiene vidas.
En el Atanasio Girardot, templo mítico de la capital antioqueña, hay 290 locales ubicados en las inmediaciones de su complejo deportivo, según el periódico El Colombiano. Afirma también que hay inscritos 180 venteros formales y otros 400 informales derivan su manutención exclusivamente a los días de partido. Al final son cerca de 600 comerciantes y, al igual que los hinchas, jugadores, directivos y medios esperan la siguiente fecha como ese legendario acontecimiento que, invisible para nuestros ojos, regala emociones, aire, recuerdos y supervivencia.
Citado por el diario El País, un informe de PwC expone que en España existen 185.000 empleos vinculados directa o indirectamente con el balón. “El fútbol aporta 1,37% del PIB español y genera una recaudación fiscal cercana a los 4.100 millones de euros”.
Ya entendimos el fútbol como industria. Entendamos que esta produce algo que se usa para vender otro tipo de productos y sostener otras personas a parte de los jugadores y sus clubes. Entendamos también que quienes se dedican a esta profesión son personas al igual que el resto y han decidido entregar su vida a lo que aman, como lo haría cualquier ser humano con convicción de sus sueños. Es comprender entonces que entrenan no solo un par de horas si no muchas horas al día para cumplir un objetivo. Entender sin ninguna distinción social que no es solo fútbol, no es solo un deporte y tampoco es solo un sector económico.
Todas las federaciones de fútbol a nivel mundial estudian la manera de reactivar sus actividades. Se habla de jugar a puerta cerrada, pero esto poco o nada cambiaría la realidad de los que están más allá de la televisión y el campo de juego. Analicen, por favor, cómo reinventar todos los movimientos, a través de un solo objeto: la pecosa.
Referencias:
https://www.elcolombiano.com/antioquia/el-mal-partido-para-los-venteros-del-estadio-atanasio-girardot-DD12773099
https://elpais.com/deportes/2019/04/01/es_laliga/1554113261_872332.html?fbclid=IwAR2S1xgRrVLbluNNskC5UTDaWhjZThJJYWNUuiSsDTvOQzbD_QbMMkdEL-M