Por: Luisa Fernanda Parrado M.
Cumplida la tercera fecha del torneo en Colombia, uno de los programas de análisis deportivo más visto en el país da inicio efectuando la siguiente pregunta para los televidentes, a quienes le piden interactuar por Twitter: “¿Cuál de estos equipos puede devolver a Colombia a los lugares más importantes de la Libertadores?”. Entre las opciones se encuentran, por supuesto, aquellos quienes ya tienen un cupo en la misma o alguna posibilidad clasificatoria de hacer parte del torneo más importante del fútbol suramericano. Casi de forma inmediata, sin terminar la emisión y conocer los resultados de la encuesta, son los mismos conductores y presentadores quienes iluminan a la audiencia con la que pareciera una obvia respuesta: ninguno.
Se le hace difícil a los equipos colombianos resaltar en los torneos internacionales y no resulta ser un secreto para nadie. Pero, ¿qué hace que nuestra liga parezca un diminuto torneo de barrio en el mundo?, ¿jamás podrá compararse La Liga Betplay con la Serie A o la Bundesliga?
Partamos de la consiente y reflexiva idea -como cuando se va a terapía y se inicia reconociendo los propios errores-, que protagonizamos un torneo el cual cambia de nombre constantemente (tres en la última década); algunos de sus equipos carecen de identidad ciudadana y se ven sometidos a cambiar de resguardo casi anualmente, no le pertenecen a nadie y no son el equipo de ningún pueblo. También, una entidad administrativa y reglamentaria con sistemas de torneos que atrofian, oscurecen y quitan protagonismo a los clubes en las justas internacionales. Cansados están los presidentes del FPC de pedir casi de manera súplica a la Dimayor accesibilidad para quienes deben competir en el exterior, y no verse sometidos a jugar un martes en la Argentina, para llegar a cumplir fecha al día siguiente en la metrópoli local.
Por último, pero no menos importante, es obligatorio hacer foco al estado actual de los escenarios deportivos en el país. Mencionan cómo El Metropolitano -siendo de los mejores- lejos está de parecerse al Bernabéu o cualquiera de Europa. Pero, más allá de lo estético que tanto carecemos, cuestionar lo táctico en un jugador que arriesga sus dos piernas justo al arribar a un césped poco homogéneo no es solo injusto, si no casi imposible.
Y aún así, los críticos de todo señalan a quienes de manera individual logran brillar con luz propia y dejar el nombre de Colombia en alto a las afueras de nuestro subdesarrollado fútbol, país y continente. Cuestionan la venta “apresurada” de jugadores jóvenes a un balompié formativo que les está brindando años luz de posibilidades en su crecimiento atlético. Competimos contra procesos de iniciación que adoptan al niño deportista y se encargan de su completo crecimiento personal, deportivo, profesional e intelectual. Es un versus entre el chico que tiene contadas sus horas de sueño, delimitada dieta y exigente entrenamiento; contra el pibe talento de calle y magia en los pies, que es más fenómeno que ser humano y es criado con más pasión que disciplina.
Basta ya de comentar las pequeñas ventajas que poseen otros clubes y su fútbol; cuando sumado todo lo anterior nos enfrentamos a un monstruo de razones por las que nuestra Liga BetPlay no brilla en los rankings de la FIFA y los diarios deportivos más importantes del mundo. Por eso exaltamos a James y su zurda, Mina y sus bailes, Ospina y sus atajadas; pues han logrado salir invictos de todo un juego de tronos, para estar al mismo nivel de los del viejo continente.
Ya es hora de tener en el país estadios que parezcan museos, clubes con complejos deportivos y campus de formación permanente. Ligas que impulsen y no que atrofien la evolución del deporte más querido por todos. Talentos con ganas de triunfo, más que dinero. Dejemos de llamar profesional a comportamientos amateur; que no sea por nombre si no por convicción de ser creadores de verdaderas máquinas con magia en los pies. Me agotan los exigentes y exagerados comentarios los domingos en la noche, acerca del sobresaliente rendimiento de los jugadores y su fútbol; cuando para brillar se necesita más que sacrificio y perseverancia. No solo ellos, sus pases, y goles le dan nivel a la liga. Creo que hacen su mejor esfuerzo, por algo, Colombia ocupa el tercer puesto en países suramericanos que exportan jugadores al mundo. Verdaderos profesionales necesita el Fútbol Profesional Colombiano; y no hablo solo de los que salen a la cancha.